Tuesday, June 2, 2009

La cómoda y agradable vida del docente.

Queja estacional sobre la jornada escolar · ELPAÍS.com

Otra madre que se queja de que la culpa de que no concilien su horario laboral con su vida familiar es que, cómo no, "los profes estamos todo el día tocandonos el ******" (eso sí, dicho a lo fino). Es algo que una escucha permanentemente desde todo tipo de fuentes desinformadas con alarmante regularidad. Será por eso que somos tan felicies que triplicamos, repito, TRIPLICAMOS, el número de bajas laborales por depresión.

... y ya que estamos, qué cabrones los futbolistas, que sólo juegan una hora a la semana, o los actores de teatro... o como decía mi hermano cuando era pequeño, los cobradores de los peajes, que se quedan con toda la pasta que le cobran a los automovilistas...

Como tantísimos otros españoles, esta señora ignora, o no parece darse cuenta, de que formarse por la tarde, corregir y preparar exámenes, y redacciones, y ejercicios, y trabajos, son horario laboral y sí, a veces superan ampliamente las cuarenta horas. Eso supone que una puede pasarse un día festivo trabajando como una burra mientras usted se cree que estamos en casa tocándonos el ****. Las tutorías son un trabajo que cada vez se parece más a ser madre, guardia civil, psicólogo, abogado, orientador del INEM y trabajador social -- usted será muy buena madre, pero no se crea que todos son así, y pretenden que en las pocas horas que yo veo a sus hijos les convenza de que se vayan a la camita a las doce, por no hablar de casos más peliagudos.

Tampoco parece saber usted que para llegar a disfrutar del horario del que disfrutamos hemos tenido que superar una carrera y unas oposiciones a la que todo el que estudia, incluso usted, tiene acceso. Eso sí, superarlas supone una cantidad de esfuerzo personal, psicológico y familiar que no es remunerado y a veces tampoco es compensado, ni mucho menos, con una plaza. Imagínese que le obligasen a cambiar de trabajo cada año, o cada mes, a veces a horas en coche del domicilio donde vive con sus hijos, sin saber cuánto tiempo pasará antes de que la manden a otro sitio, durante más de una década. Pruebe a ir a trabajar con gripe y afónica porque tiene que poner un examen, y a hacerlo voluntariamente porque considera que es su obligación.

Y ojo, que no estoy diciendo con esto que este trabajo no tenga ventajas, que las tiene y por las que estoy tremendamente agradecida. Tampoco creo que la idea de que se amplíe el la jornada lectiva gratuita de las escuelas e institutos sea mala, aunque la solución ideal sería que usted, y el padre de sus hijos, tuviesen tiempo de educarlos, que para eso, supongo, los han traído al mundo. Pero insinuar que esto no se hace porque los profesores nos aferramos con uñas y dientes a una vida de vagancia en contra de las familias, o porque nos importa un pito, y no porque el gobierno prefiere gastarse el dinero de nuestros impuestos en comprar ordenadores, y no en pagar a profesores que cubran dichas horas, es sencillamente señal de que usted nunca se ha molestado en conocer en qué consiste el trabajo un profesor. Le invito a que lo haga. Hay oposiciones el año que viene.

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