Sunday, December 14, 2008

A vueltas con la educacion "todo a cien"

Los resultados de la Prueba de Conocimientos y Destrezas Indispensables (CDI) no son concluyentes respecto a la influencia de la población extranjera en las calificaciones. Siete de los diez municipios con más centros suspendidos tienen una proporción de extranjeros inferior a la media de la región (16,89%). Sin embargo, este factor sí parece haber influido en los colegios de la ciudad. Entre los 10 primeros de los distritos con mejores resultados están los ocho con menores tasas de extranjeros: Chamartín, Retiro, Salamanca o Moncloa. Además, entre los distritos con más suspensos están también aquellos con más foráneos, como Puente de Vallecas (49,8% de extranjeros), Usera (24,3%) o Tetuán (22%). La prueba arroja otro curioso dato: los centros de los pueblos más pequeños obtienen peores notas. Los colegios de Villamantilla (7,5 sobre una puntuación de 40), Rascafría (12,95), Quijorna (11,67) o Ribatejada (10) han cosechado las calificaciones más bajas. (...)

Los datos facilitados por Educación no han gustado a los responsables de los centros. Los colegios públicos quieren más recursos: profesores de apoyo, orientadores, material y menos listas en las que se les compare con otros colegios que no tienen ni sus carencias ni su alumnado. Los concertados creen que ésta no es la forma de hacer las cosas. Los representantes de ambos colectivos criticaron ayer que la consejería facilitara los datos por centros y notas. Este periódico solicitó sin éxito la versión de la asociación que representa al 90% de la enseñanza privada a nivel nacional, ACADE.
La educación en Madrid tiene precio · ELPAÍS.com

En realidad, las pruebas sí son muy concluyentes con respecto a los extranjeros si utilizamos un poquito el sentido común -- en los pueblos pequeños no hay tantos extranjeros como en la capital por dos razones. Primero, porque hay menos trabajo para extranjeros que en un pueblo grande o en una capital; y segundo, porque generalmente un extranjero va a irse a vivir donde hay otros compatriotas, de tal manera que normalmente hay barrios y hasta pueblos en que predomina una nacionalidad u otra. Tampoco se puede equiparar a un inmigrante rumano o argentino, que con todas las posibles carencias que puedan traer de su país, suelen venir de sistemas educativos organizados, que un chaval que venga de Marruecos, donde algunos ni siquiera han aprendido a escribir en árabe. O un chino, que según de las región que proceda es posible que no conozca ni los grafemas europeos.

Lo que sí que explica el problema de los pueblos pequeños, y que no recoge el artículo, es que generalmente las plazas de pueblos alejados del centro son plazas que no quiere nadie. Esto significa que se cubren con interinos con poca experiencia (¡mea culpa!) y que la rotación es bestial, no solo de los profesores sino tambien, en muchos casos, del equipo directivo. No es difícil imaginarse el lío monumental que debe haber en muchos de estos colegios. Evidentemente la solución pasa, primero, por buscar un sistema que fomente que estos centros retengan personal (por ejemplo, con incentivos económicos si la distancia del domicilio es mayor de 30 kilómetros), y segundo, como sí menciona el artículo, aumentando el número de profesores de apoyo. El nuevo CAP desde luego va (o debería ir) en este sentido, porque muchos profes de prácticas podrían ser destinados a estas tareas de apoyo, pero aún así, habría que establecer por ley una reducción de ratios grande en caso de tener alumnos con necesidades especiales y/o más profesores de apoyo en el aula.

Lo que tampoco deja claro el artículo, aunque sí lo insinúa, es que en los pueblos y barrios económicamente pudientes, un padre puede permitirse pagar de su bolsillo los profesores y actividades de apoyo que debería proporcionar la Comunidad de Madrid, y que generalmente en los pueblos y barrios económicamente pudientes, los padres pueden permitirse pasar más tiempo con sus hijos, o pagar a alguien que los obligue a hacer los deberes, mientras que en los menos favorecidos hay miles de casos en que el niño, con doce años, se va a casa, se calienta la comida, y como tiene doce años, se pone a ver la tele, a jugar a la play o a dar una vuelta con los amigos. Y como no está implantado un servicio como Dios manda de atención extraescolar a alumnos con este tipo de problemas, pues ahí tenemos los resultados. Porque es muy fácil hablar de la cultura del esfuerzo cuando el esfuerzo tienen que hacerlo otros.